La DMT ha sido utilizada en diferentes culturas por siglos por sus efectos psicodélicos. Sin embargo, su uso fue prohibido por su inclusión en la lista de sustancias controladas de la Convención Única de Estupefacientes de las Naciones Unidas de 1971.
A pesar de la prohibición, muchos terapeutas han explorado el potencial terapéutico de la DMT. La razón detrás de esto es que la DMT puede producir experiencias profundas y transformadoras que pueden ayudar a los pacientes a superar sus trastornos psicológicos. En la mayoría de los casos, la DMT se utiliza en combinación con psicoterapia, lo que se conoce como "terapia asistida con psicodélicos".
Aunque la DMT ha sido objeto de muchas investigaciones, hasta ahora ha habido relativamente pocos ensayos clínicos que examinen su uso en la terapia psicológica. Sin embargo, los estudios preliminares sugieren que la DMT puede ser útil en el tratamiento de la ansiedad, la depresión y otros trastornos.
En 2016, un estudio publicado en la revista Psychological Medicine examinó el impacto de la DMT en pacientes con trastornos de ansiedad. Los investigadores encontraron que la DMT redujo significativamente los síntomas de ansiedad en los pacientes tratados con ella. Además, los efectos duraron varias semanas después de la sesión de terapia.
Otro estudio, publicado en la revista Psychopharmacology en 2019, examinó el impacto de la DMT en pacientes con depresión. Los resultados mostraron que la DMT redujo significativamente los síntomas de depresión en los pacientes tratados con ella, aunque los efectos duraron sólo unos pocos días.
Además de estos estudios, hay evidencia anecdótica que sugiere que la DMT puede ser útil en el tratamiento de otros trastornos psicológicos, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y los trastornos por uso de sustancias. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para confirmar estos hallazgos.
Aunque la DMT muestra promesa como una herramienta terapéutica, su uso también conlleva riesgos. Los efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y trastornos mentales como la psicosis. Por esta razón, el uso de la DMT en la terapia psicológica debe ser realizado bajo la supervisión de un terapeuta capacitado y en un entorno controlado.