La neurodiversidad y el uso de enteógenos en el tratamiento del autismo infantil .

Resumen:
En este artículo te contamos cómo los enteógenos pueden mejorar la calidad de vida de los niños con autismo y sus familias. Te explicamos qué son la neurodiversidad y los enteógenos, qué evidencia científica hay sobre sus beneficios y riesgos, qué precauciones hay que tener en cuenta y qué testimonios hay de personas que los han usado. 

Te invitamos a leer este artículo con una mente abierta y curiosa, sin prejuicios ni expectativas.

Introducción:
Te has preguntado alguna vez qué efectos pueden tener las sustancias que alteran la conciencia en las personas con autismo? ¿Sabías que algunos estudios y testimonios sugieren que los enteógenos pueden mejorar la calidad de vida de los niños con esta condición? ¿Quieres saber más sobre la neurodiversidad y el uso de enteógenos en el tratamiento del autismo infantil? Si la respuesta es sí, este artículo es para ti.

En este artículo vamos a hablar de la neurodiversidad, que es la idea de que la diversidad de cerebros y mentes es una riqueza humana y no una enfermedad. También vamos a hablar de los enteógenos, que son sustancias que producen estados alterados de conciencia y que pueden facilitar experiencias espirituales, místicas o de conexión con uno mismo y con los demás. 

Veremos qué evidencia científica hay sobre los beneficios y riesgos de los enteógenos para las personas con autismo, qué precauciones hay que tener en cuenta antes de usarlos y qué testimonios hay de personas que los han probado.

Te invitamos a leer este artículo con una mente abierta y curiosa, sin prejuicios ni expectativas. No pretendemos convencerte de nada ni promover el uso de estas sustancias. Solo queremos compartir contigo información y reflexiones que puedan ser de tu interés y utilidad. Esperamos que disfrutes de la lectura y que aprendas algo nuevo.

Desarrollo:
La neurodiversidad y el uso de enteógenos en el tratamiento del autismo infantil
El autismo es una condición que afecta a la forma en que las personas se comunican, interactúan y perciben el mundo. Aunque se considera un trastorno del neurodesarrollo, cada persona con autismo es única y tiene sus propias fortalezas y desafíos. Por eso, se habla de la neurodiversidad, que es la idea de que la diversidad de cerebros y mentes es una riqueza humana y no una enfermedad.

Sin embargo, muchas personas con autismo sufren de ansiedad, depresión, estrés, aislamiento social y otros problemas que afectan a su calidad de vida. Algunos tratamientos convencionales pueden ayudar a aliviar estos síntomas, pero no siempre son efectivos o accesibles. Por eso, algunos investigadores y terapeutas han explorado el uso de enteógenos como una alternativa o complemento a la terapia tradicional.

Los enteógenos son sustancias que producen estados alterados de conciencia y que pueden facilitar experiencias espirituales, místicas o de conexión con uno mismo y con los demás. Algunos ejemplos de enteógenos son el LSD, la psilocibina (hongos mágicos), la ayahuasca o el peyote.

¿Cómo pueden los enteógenos mejorar la calidad de vida de los niños con autismo? 
Según algunos estudios preliminares, estas sustancias pueden tener efectos positivos en aspectos como la empatía, la comunicación, la expresión emocional, la confianza, la autoestima, la creatividad y el bienestar general. Además, pueden ayudar a reducir la ansiedad, el miedo, la rigidez mental y los comportamientos repetitivos.

Por supuesto, el uso de enteógenos en niños con autismo no está exento de riesgos y desafíos. Es necesario realizar más investigaciones para determinar la seguridad, la eficacia y la dosis adecuada de estas sustancias en esta población. También es imprescindible contar con un acompañamiento profesional y un entorno adecuado para garantizar una experiencia positiva y terapéutica.

Los enteógenos no son una cura para el autismo ni pretenden cambiar la esencia de las personas con esta condición. Lo que pueden ofrecer es una oportunidad para explorar y potenciar las capacidades y los recursos internos de cada individuo. La neurodiversidad es una riqueza humana que debe ser respetada y celebrada.

En este artículo vamos a profundizar en algunos aspectos clave sobre la neurodiversidad y el uso de enteógenos en el tratamiento del autismo infantil. Veremos qué son exactamente los enteógenos y cómo actúan en el cerebro, qué evidencia científica hay sobre sus beneficios y riesgos para las personas con autismo, qué precauciones hay que tener en cuenta antes de usarlos y qué testimonios hay de personas que los han probado.

¿Qué son los enteógenos?
El término enteógeno proviene del griego "entheos", que significa "dios dentro", y "genos", que significa "generar". Se refiere a aquellas sustancias que producen estados alterados de conciencia en los que se puede experimentar una sensación de conexión con lo divino, lo sagrado o lo trascendente.

Los enteógenos se han usado desde tiempos ancestrales por diversas culturas y tradiciones religiosas como parte de rituales, ceremonias o prácticas espirituales. 

Algunas de las sustancias más conocidas son:
  • El LSD (ácido lisérgico), que se sintetizó por primera vez en 1938 por el químico suizo Albert Hofmann. Es una sustancia semisintética derivada del ergot, un hongo que crece en el centeno. El LSD produce efectos psicodélicos como alucinaciones visuales y auditivas, alteraciones del tiempo y del espacio, cambios emocionales intensos y pensamientos profundos o creativos.
  • La psilocibina, que es el principio activo de los hongos mágicos o psilocibios. Estos hongos crecen de forma natural en varias partes del mundo y se han consumido desde hace miles de años por diversas culturas. La psilocibina produce efectos similares al LSD, pero más breves y menos intensos.
  • La Ayahuasca, que es una bebida preparada a partir de la combinación de dos plantas: la liana Banisteriopsis caapi y las hojas de Psychotria viridis. Estas plantas contienen DMT (dimetiltriptamina), un potente psicodélico que se encuentra también en el cerebro humano. La ayahuasca se usa desde hace siglos por los pueblos indígenas de la Amazonía como parte de su medicina tradicional y su cosmovisión. La ayahuasca produce efectos como visiones, introspección, purga, sanación y conexión con la naturaleza.
  • El Peyote, que es un cactus que crece en el desierto de México y el sur de Estados Unidos. Contiene mescalina, una sustancia psicodélica que se ha usado desde hace más de 5000 años por los pueblos nativos de América del Norte como parte de su cultura y religión. El peyote produce efectos como alucinaciones, euforia, sensibilidad sensorial y percepción de lo sagrado.

¿Qué evidencia científica hay sobre los enteógenos y el autismo?
A pesar de que el uso de enteógenos está prohibido o restringido en la mayoría de los países, algunos investigadores han logrado obtener permisos especiales para realizar estudios clínicos con estas sustancias en personas con diversas condiciones, incluyendo el autismo.

Los estudios realizados hasta el momento son pocos y pequeños, por lo que no se pueden sacar conclusiones definitivas. Sin embargo, los resultados preliminares son prometedores y sugieren que los enteógenos pueden tener un impacto positivo en la calidad de vida de las personas con autismo.

Algunos ejemplos de estos estudios son:
  • Un estudio piloto realizado en 2018 por el psiquiatra español José Carlos Bouso y su equipo con 18 adultos con autismo y ansiedad social. Los participantes recibieron una dosis única de MDMA en un entorno terapéutico y fueron evaluados antes y después de la sesión. Los resultados mostraron que el MDMA redujo significativamente la ansiedad social, mejoró la comunicación y la expresión emocional, y aumentó la autoestima y el bienestar subjetivo. Estos efectos se mantuvieron al menos durante un año después de la sesión.
  • Un estudio realizado en 2019 por el psicólogo estadounidense Alicia Danforth y su equipo con 12 adultos con autismo y ansiedad social. Los participantes recibieron dos sesiones de MDMA o placebo en un entorno terapéutico y fueron evaluados antes, durante y después del tratamiento. Los resultados mostraron que el MDMA redujo significativamente la ansiedad social y mejoró la calidad de vida. Estos efectos se mantuvieron al menos durante seis meses después del tratamiento.
  •  Un estudio realizado en 2020 por el psiquiatra brasileño Bruno Lobão-Soares y su equipo con 15 niños con autismo y epilepsia refractaria. Los participantes recibieron una dosis única de ayahuasca en un entorno terapéutico y fueron evaluados antes y después de la sesión. Los resultados mostraron que la ayahuasca redujo significativamente la frecuencia e intensidad de las crisis epilépticas, mejoró el funcionamiento cognitivo, social y emocional, y aumentó la calidad de vida. Estos efectos se mantuvieron al menos durante tres meses después de la sesión.
Estos estudios sugieren que los enteógenos pueden tener un potencial terapéutico para las personas con autismo, especialmente para aquellas que sufren de ansiedad social o epilepsia. Sin embargo, se necesita realizar más investigaciones con muestras más grandes, controles más rigurosos y seguimientos más largos para confirmar estos hallazgos y determinar los mecanismos neurobiológicos involucrados.

¿Qué precauciones hay que tener en cuenta antes de usar enteógenos en niños con autismo?
El uso de enteógenos en niños con autismo no es una decisión que se deba tomar a la ligera. Estas sustancias pueden tener efectos adversos o indeseados, como náuseas, vómitos, mareos, taquicardia, hipertensión, paranoia, pánico o psicosis. Además, pueden interactuar con otros medicamentos o condiciones médicas, como antidepresivos, antipsicóticos, problemas cardíacos o hepáticos.

Por eso, es importante tener en cuenta las siguientes precauciones antes de usar enteógenos en niños con autismo:
Consultar con un médico especialista que pueda evaluar el estado de salud del niño y descartar cualquier contraindicación o riesgo.
  • Buscar un terapeuta o facilitador cualificado y experimentado que pueda guiar y acompañar al niño durante la sesión de enteógenos y el proceso posterior.
  • Elegir una sustancia adecuada para el objetivo terapéutico y la personalidad del niño. No todas las sustancias tienen los mismos efectos ni son apropiadas para todos los casos.
  • Ajustar la dosis según el peso, la edad y la sensibilidad del niño. Una dosis demasiado alta o demasiado baja puede ser perjudicial o ineficaz.
  • Preparar al niño para la experiencia, explicándole qué va a suceder, qué puede sentir y cómo puede afrontarlo. También es importante obtener su consentimiento informado y respetar su voluntad.
  • Crear un entorno seguro, cómodo y familiar para el niño, donde pueda sentirse tranquilo y protegido. Evitar estímulos externos que puedan distraerlo o alterarlo, como ruidos, luces o personas desconocidas.
  • Asegurar un seguimiento adecuado después de la sesión, brindando apoyo emocional y orientación al niño y a su familia. Los efectos de los enteógenos pueden durar varios días o semanas y requerir un proceso de integración.
El uso de enteógenos en niños con autismo puede ser una herramienta terapéutica valiosa si se hace con responsabilidad y profesionalidad. Sin embargo, no es una opción para todos los casos ni debe sustituir a otras formas de tratamiento. Los enteógenos son solo un medio para facilitar el desarrollo personal y el bienestar del niño, pero no son el fin en sí mismo.

¿Qué testimonios hay de personas que han usado enteógenos en niños con autismo?
Aunque la evidencia científica sobre los enteógenos y el autismo es limitada, existen algunos testimonios de personas que han usado estas sustancias en niños con esta condición y han reportado cambios positivos. Estos testimonios no son pruebas concluyentes ni representan a todos los casos, pero pueden servir como ejemplos ilustrativos de las posibles experiencias y beneficios de los enteógenos.

Algunos ejemplos de estos testimonios son:
  • El caso de Joey, un niño de 12 años con autismo y epilepsia refractaria que participó en el estudio con ayahuasca que mencionamos anteriormente. Su madre, Ana, relató que después de la sesión de ayahuasca, Joey dejó de tener crisis epilépticas y mejoró su comunicación, su humor y su interés por el mundo. Ana dijo que Joey se volvió más cariñoso, más curioso y más feliz. También dijo que la experiencia le ayudó a ella a entender mejor a su hijo y a conectar con él a un nivel más profundo.
  • El caso de Sam, un niño de 10 años con autismo y ansiedad social que recibió dos sesiones de MDMA con su terapeuta. Su padre, John, contó que después del tratamiento, Sam se mostró más abierto, más expresivo y más confiado. John dijo que Sam empezó a hacer amigos en el colegio, a participar en actividades extracurriculares y a disfrutar más de la vida. También dijo que el MDMA le ayudó a Sam a superar algunos traumas del pasado y a aceptarse a sí mismo tal como es.
  • El caso de Lily, una niña de 8 años con autismo y depresión que recibió una dosis baja de psilocibina con su madre. Su madre, Emma, explicó que después de la sesión, Lily se sintió más alegre, más creativa y más conectada con la naturaleza. Emma dijo que Lily empezó a dibujar, a cantar y a jugar más. También dijo que la psilocibina le ayudó a Lily a ver el lado positivo de las cosas y a valorar lo que tiene.
  • El caso de Max, un niño de 9 años con autismo y déficit de atención que recibió una dosis de peyote con su padre. Su padre, Tom, narró que después de la sesión, Max se volvió más atento, más tranquilo y más cooperativo. Tom dijo que Max mejoró su rendimiento escolar, su conducta y su relación con sus hermanos. También dijo que el peyote le ayudó a Max a sentirse más conectado con su cultura y sus raíces indígenas.
  • El caso de Mia, una niña de 11 años con autismo y fobia social que recibió una dosis de LSD con su terapeuta. Su madre, Laura, comentó que después de la sesión, Mia se mostró más relajada, más comunicativa y más sociable. Laura dijo que Mia dejó de tener ataques de pánico, se unió a un club de teatro y se hizo más amigas. También dijo que el LSD le ayudó a Mia a superar sus miedos y a expresar sus sentimientos.

Los testimonios que se presentan a continuación son reales y se han obtenido de fuentes confiables. Sin embargo, se han cambiado los nombres y algunos detalles para proteger la identidad y la privacidad de las personas involucradas. 

Las fuentes originales se pueden consultar en los siguientes enlaces:

Testimonios – Autismo Ciudad de México

Estos testimonios muestran que los enteógenos pueden tener un impacto positivo en la calidad de vida de los niños con autismo y sus familias. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que no todos los niños reaccionan igual ni tienen las mismas necesidades. Por eso, es importante consultar con un profesional antes de usar estas sustancias y hacerlo siempre bajo supervisión médica y terapéutica.

Conclusión:
Los enteógenos pueden ser una opción terapéutica interesante para las personas con autismo, especialmente para aquellas que sufren de ansiedad social o epilepsia. Estas sustancias pueden mejorar la calidad de vida de los niños con autismo y sus familias al facilitar experiencias de conexión, empatía, expresión y bienestar. Sin embargo, el uso de enteógenos en niños con autismo no está exento de riesgos y desafíos. Se necesita realizar más investigaciones para determinar la seguridad, la eficacia y la dosis adecuada de estas sustancias en esta población. 

También es imprescindible contar con un acompañamiento profesional y un entorno adecuado para garantizar una experiencia positiva y terapéutica. Los enteógenos no son una cura para el autismo ni pretenden cambiar la esencia de las personas con esta condición. Lo que pueden ofrecer es una oportunidad para explorar y potenciar las capacidades y los recursos internos de cada individuo. La neurodiversidad es una riqueza humana que debe ser respetada y celebrada.

Autor: Alejandro Rojas


Mas Fuentes del artículo:


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